miércoles, 19 de septiembre de 2007

Verson

Aquella noche fui a ver a Verson. Utilicé la terminal y accedí a su sistema particular. Siempre se encierra en su propio mundo.
Abrí una pantalla de visualización en las coordenadas en las que la entidad Verson se encontraba. Era una negra cueva, llena de estalactitas y estalagmitas de color azufre, el suelo era ligeramente rojizo. Verson estaba allí, de pie, oteando en la oscuridad, disfrazado de caballero medieval.
En una mano portaba una antorcha, mientras sujetaba un escudo anclado en el antebrazo. Con su mano derecha, agarraba fuertemente una espada larga muy brillante y de aspecto pesado. Avanzaba en la oscuridad buscando algo. No quise interrumpirle.
Algo rugió con fuerza en el fondo de aquella negrura, dando paso a una enorme llamarada que chamusco el techo de la cueva. Verson se cubría con su escudo reflectante y ornamentado con dos caballos encabritados. Aun así continuaba caminando hacia aquel fuego fatuo salido de la nada aparentemente.
Pero no era así.
Un terrible dragón rojo lleno de espinas era lo que Verson buscaba en aquella cueva, un enemigo temible. Yo, por mi parte, me recosté en el asiento de la terminal cruzando los brazos por detrás de mi cabeza, adoptando una postura de buen observador, iba a disfrutar de su hazaña como si de un espectáculo se tratase.
Había visto a Verson luchar contra todo tipo de criaturas, tanto fantásticas como reales, o relativamente reales, pues muchas de aquellas criaturas realmente existieron en la tierra, pero hacía milenios que se habían extinguido. No era el caso del dragón.
Verson luchó con gran maestría, era solo un hombre enfrentándose a una enorme criatura nacida para matar. Pero verle combatir no me resultaba excitante, simplemente me recordaba a aquellas viejas películas donde el héroe siempre ganaba bajo cualquier circunstancia. Sabía que Verson iba a ganar, siempre lo hacía.
Tardó poco en hacerlo.
Fue entonces cuando decidí hacer acto de presencia en su fantasía.
-Buenas noches, Verson. Ha sido un buen combate.
Verson miró justo hacia el punto donde yo había creado la visualización. Sabía que estaba allí desde el principio.
-Buenas noches Anthony, me alegra que te haya gustado el combate. – dijo sonriéndome.
-He visto tantos combates que se hasta cual será tu próximo movimiento.
-Es cierto, a veces soy predecible, pero por suerte el dragón no sabía eso.
-Yo diría que siempre eres predecible.- dije riéndome.
-No siempre, puedes estar seguro de ello. Espera un momento que guardo la información y paso a un modo más cómodo.
La cueva desapareció, para dar lugar a una sala enorme, decorada con trofeos de caza, había un enorme butacón delante de una chimenea. Verson cambió su vestimenta por una bata. En el fondo de la estancia, innumerables estanterías se erguían repletas de libros, y en una de las esquinas había una escalera con ruedas para poder acceder a las partes mas elevadas de dichas estanterías. Era el salón de Verson, cada noche lo veía, pero siempre aparecían elementos nuevos.
-Y bien, Anthony, ¿como ha ido tu día? – me preguntó, como cada noche.
-Bien, hoy nos hemos detenido en la estación espacial Fauler 23B, tiene un gran muelle de carga y un mercado bastante completo.
-Si, estoy al corriente de eso. – era verdad, yo mismo había introducido datos en el sistema para que Verson pudiera saber el camino que trazábamos cruzando el espacio.
-Pues en ese mercado he adquirido tres unidades nuevas, tres droms.
-Vaya, eso es una buena noticia, ahora tendrás mucho mas tiempo libre.
En parte era cierto, los droms son unidades de trabajo, robots que se encargan de cumplir las funciones establecidas por el sistema automático de la nave.
-Quizás, pero primero tengo que programarlos, no es tarea fácil. – dije con resentimiento.
-No te preocupes, conéctalos a la terminal y yo me encargaré de que hagan las labores que tú quieras. ¿Qué tipo de droms has comprado?
-Dos de mantenimiento, modelo Vanclas X2, dicen que han actualizado el sistema operativo interno y que ahora trabajan mucho mejor que la primera versión. Si no fuera así hubiera comprado antes unos Fibiotech. También he comprado un drom administrativo.
Verson guardó silencio. Luego hablo.
-¿Para que quieres un drom administrativo? Yo suelo encargarme de esa labor. – aunque Verson fuera una imagen virtual dentro de una pantalla de la terminal, en su rostro y en su voz se notaba el temor y la duda.
-Es una sorpresa, hoy tengo que revisar su sistema, pero mañana te diré para que lo quiero exactamente.
-Bien, tú mandas. – su tono sonaba a melodía fúnebre.
-¿Cómo llevas a los individuos de Tempus?
-Bastante bien. Como ya sabes, actualmente poseo doce registros al mismo tiempo, pero calculo que mañana o pasado mañana terminaré dos de ellos. ¿Recuerdas a Simón? Fue introducido en Tempus hace dos años. Rubio, alto, ojos claros, pelo muy rizado, trabajaba como calculador de rutas de una nave de transporte.
No lo recordaba, tanta gente había desglosado que los nombres se mezclaban en mi mente.
-Si, le recuerdo. – mentir a veces es algo bueno.
-En Tempus tiene setenta y ocho años, dos hijos ya casados y sobretodo, es feliz, es hora de que muera en paz.
Verson era un genio gestionando a los individuos de Tempus.
Yo creé Tempus. Era un programa que emulaba la vida de las personas. Todo fue a causa de un gran sentimiento de culpa que no me dejaba dormir por las noches.
Cuando decidí ganarme la vida, descubrí un modo de embolsarme grandes cantidades con poco esfuerzo. La tecnología evolucionaba a paso agigantado cada día, nuevas maquinas para realizar todas las labores posibles, transportes privados capaces de alcanzar velocidades extremas, armas devastadoras capaces de borrar planetas enteros, y sobretodo, droms. Los droms desempeñaban todas las funciones que antes hacían los seres humanos. Al hombre solo le quedaba una opción, vivir.
Muchos dedicaban su esfuerzo a adquirir droms para incorporarlos en trabajos, recibiendo a cambio un pago por los servicios realizados, incluso estas maquinas pasaban de padres a hijos, así que todo el mundo vivía gracias a los droms. Yo mismo nací con droms asignados, heredados. El ser humano se consumía lentamente, viviendo la vida al máximo, sin pensar en futuro ni pasado, sin ver más allá de sus ojos.
La única preocupación era vivir.
La tecnología era avanzada, sin duda alguna, pero en algunos sectores estaba algo mas retrasada. La gente que poseía grandes sumas de dinero, compraban nuevos cuerpos para continuar viviendo, cuerpos jóvenes, recreados a partir de su código genético. Replicas de si mismos para ser jóvenes una y otra vez, pero estos cuerpos muchas veces rechazaban el modulo de consciencia.
Cuando alguien deseaba recibir un cuerpo nuevo, descargaban su información en estos módulos, dotaban el nuevo cuerpo con una bahía de descarga para implantarles la conciencia del cliente.
El rechazo de las replicas era todo un problema, los científicos no sabían exactamente donde se encontraba el fallo, pero en el peor de los casos, muchos módulos de conciencia llegaron a perderse, y por así decirlo, matando al cliente.
El mercado negro se abrió paso para solucionar este problema.
Gente sin alma capturaba a otros, jóvenes y sanos, para vender sus cuerpos. Esto era totalmente ilegal, eran perseguidos por las autoridades y arrestados bajo pena de muerte.
Yo tuve una idea genial y malvada.
En las listas de ciudadanos que se encuentran en las sedes de cada planeta, existen informes de personas dadas por muertas sin haber encontrado sus cuerpos. Esto se debe a que muchas personas que viajan por las profundidades del espacio tienen la mala suerte de perderse a causa de fallos en el sistema de navegación. Buscar a estas personas es tarea difícil, por no mencionar la palabra imposible. Rastrear un planeta en busca de una nave estrellada es posible, por que puedes delimitar la zona, pero las naves perdidas en el espacio no se detienen, continuamente se ven afectadas por campos gravitatorios, colisiones de aerolitos y materia en general, fluctuaciones por los campos electromagnéticos que esconden su posición a los sensores sin contar la impulsión principal de la nave.
Yo me encargo de encontrarles.
Cree un patrón de búsqueda bastante efectivo, lo estudié durante dos años y calculé las probabilidades de éxito en ese tipo de misiones. Con una probabilidad de un doce por ciento, la idea es desesperanzadora, pero teniendo en cuenta que miles de naves se han perdido con el paso del tiempo, significa que en cada misión de búsqueda siempre encuentro una como mínimo.
Encontraba las naves, abordándolas, registrando al pasaje y cribándolo. Solo los mejores cuerpos eran rescatados, el resto se quedaba en la nave, criogenizado. Los cuerpos capturados eran desglosados, es decir, eliminada su consciencia y preparándoles una bahía para los nuevos huéspedes. Mataba sus almas para dar cobijo a otras.
Siempre pensé que no me importaría borrar sus vidas, su destino era morir en aquella soledad, en lo profundo del cosmos, no sufrían por que hacía siglos que habían sido criogenizados, todo en su cuerpo estaba detenido, así pues para ellos era como dormir y no despertar jamás. Total ¿Qué importaba si morían? Ya estaban muertos.
Desglosé más de doscientas personas, vendí sus cuerpos a ricos nauseabundos deseosos de pasiones y lujurias. Utilizarían aquella nueva vida para dar cobijo al vicio y la podredumbre de la raza humana, pero no importaba, no era mi problema.
No lo fue hasta que encontré a Shimalah.
La encontré en una nave minera perdida en el sector Fauster, a cincuenta años luz de la base más cercana, su destino también había sido morir allí, seguramente la estrella que ilumina el sistema solar mas próximo se hubiera tragado la nave tarde o temprano. Creo que apareció en mi vida para cambiarlo todo. Quizás ese era su destino, y el mío.
Su cuerpo ya estaba asignado cuando la llevaron a desglosar. Yo mismo presencié la operación que llevaron a cabo los droms. Sabía que solo era una imagen, un cuerpo precioso de mujer, joven y esbelto, pero sentía un deseo en mi interior, un deseo por conocerla. Quería saber quien era, su vida, su pasado, sus planes de futuro, todo.
Entonces construí el sistema Tempus.
Desde ese entonces, todas las conciencias desglosadas entraban en Tempus, donde vivían una vida plena organizada por un sistema informático que yo mismo gestionaba. Era una locura. Programar los sucesos en sus vidas era agotador, y cada vez había más registros dentro de Tempus.
Me había convertido en una especie de dios patético que miraba solamente por el bienestar de aquellos que yo mismo había profanado. Pero la paz llegaba a mi alma de aquella manera, pues les daba una nueva vida donde el dolor no existía. Todos encontraban el amor de sus vidas, todos eran felices y cuando el proceso de Tempus terminaba, yo apagaba sus almas como quien desconecta el sistema de iluminación de una estancia.
En Tempus el tiempo no existe, es relativo. La mayoría de los registros viven dos años o tres, pero en Tempus eso es toda una vida.
Shimalah continuó sus estudios, encontró a un joven que la amaba y se enamoró. Se casaron bajo la luz de las lunas de Salehark. Yo mismo construí la boda. Tuvo una hija preciosa que diseñé, dulce, respetuosa y digna de su madre. Shimalah murió en su lecho, programé a su marido para que no soltara su mano en ningún momento. Al verla morir en la ventana de la terminal, lloré.
Poco después, ingresé un registro nuevo, un tal Verson. Era un tipo curioso, desordenado, apasionado, en ocasiones extraño, otras en cambio, lógico. Pero sobretodo era humano, el tipo de personalidad ejemplar que hace característica nuestra especie.
Cierto día, aparecí ante Verson, una imagen virtual de mi mismo. Le expliqué todo. Al principio no era capaz de entenderlo, incluso llegó a odiarme. Era normal, yo había vendido su cuerpo, le había despojado de una vida normal.
Con el tiempo, llegamos a ser amigos. Yo le visitaba cada día, y lo llevaba al plano creativo de Tempus, donde se divertía creando sus propios mundos y juegos. Participaba con él en la mayoría de ellos.
Verson era feliz, y yo lo era junto a él. Fue entonces cuando decidí que Verson se encargara de Tempus totalmente. De eso hace ya veinte años.
-Entonces nos quedan diez registros…piensa que pronto llegaremos al próximo objetivo. – le dije, esperando un calculo por su parte.
-Si, no te preocupes, llegaremos en unos tres meses. Supongo que habré terminado tres registros mas, quedarán siete. ¿Cuántos desgloses tienes pendientes esta vez?
Hablar con Verson de desgloses siempre me resultaba embarazoso.
-En esta ocasión serán dos. Si todo va bien, serán los dos últimos.
Verson se reía sentado en su butacón frente al fuego que crepitaba, las cabezas disecadas a modo de trofeos daban al gran salón un aire lúgubre y atemorizante.
-Eso dijiste la última vez.
-Esto, Verson… se que soy pesado, pero lamento mucho que estés ahí.
Verson guardó silencio durante un breve instante.
-Anthony, hace veinte años que me pides perdón cada noche, y yo te digo esto siempre. Hiciste tu trabajo, me encontraste, podrías haberme borrado pero no lo hiciste, me protegiste en Tempus, y yo te estoy agradecido. Soy una entidad simplemente, pero soy feliz, a fin de cuentas, es lo que realmente importa.
-Lo se, lo se, pero no puedo evitarlo, y tampoco puedo guardarme el regalo que tengo para ti. – esperaba que aquello le alegrase, pero su expresión era de duda.
-¿Un regalo?
-Si, es un regalo que no puedes negarte a aceptar. Lo he pensado mucho y creo que es lo mejor que puedo hacer por ti. Muchas veces te he ofrecido un cuerpo para que tu conciencia lo ocupase pero no has querido, siempre has dicho que si no era el tuyo propio te sería imposible quitarle a alguien el suyo.
-Así es.- su respuesta sonó tajante.
-Bien, pues he adquirido ese drom administrativo para ti.
Su vista se perdió durante un rato, mirando al fuego sin observarlo, incluso siendo una imagen virtual era incapaz de esconder sus sentimientos.
-¿A que te refieres exactamente?
-Me refiero a que podrás ocupar el drom, tiene capacidad de carga para consciencia y conexión directa con la terminal, así que podrás estar tanto en el plano virtual como en el real a tu gusto.
Al principio pensé que la idea no iba a gustarle demasiado, pero su reacción al final fue positiva.
-Suena…estupendo. – Dijo sonriendo – Así podré trabajar en Tempus y sentir el mundo real otra vez. Lo añoro bastante.
-Lo se, Verson. Pero eso se acabó, de ahora en adelante, podrás estar en ambos lugares cuando te plazca. He ordenado a los droms que instalen sensores receptivos para que puedas acceder a la terminal en cualquier punto de la nave.
Había visto muchas veces a Verson sonreír e incluso llorar. Ambas imágenes se juntaron aquella vez. Estaba realmente contento.
El drom administrativo era una unidad magnifica. Utilizaba presión neumática en tejido gomoso simulando musculatura para moverse, tenia sensores de localización por calor y sistema sonar incluido, para posibles operaciones de rescate, además de un sin fin de utilidades para conectarse a cualquier aparato que existiera a lo largo y ancho del universo. Su precio había sido muy elevado, era el drom más caro del mercado, con excepción de los droms militares que triplicaban la suma. Verson quedó impresionado con la unidad.
Cuando su consciencia fue transferida, los ojos del drom se activaron, una pequeña luz azul iluminaba el interior de estos, a juego con el resto del blindaje superficial de plasticex. Vi como aquellos ojos miraban hacia todas las direcciones posibles, guardando silencio. Examinaba sus manos y sus nuevos músculos hidráulicos, moviendo los dedos lentamente.
Se puso en pie. Al bajarse de la camilla donde lo había llevado hasta la sala de la terminal, el sonido del metal retumbó por todas partes. Caminó lentamente hacia mí. Al principio tuve algo de miedo, el aspecto nuevo de Verson era impactante.
Alargó una mano hacia mí.
-Siempre quise estrecharte la mano, Anthony. – dijo Verson con aquella voz metálica procedente de los altavoces internos.
El apretón fue doloroso. Verson pudo verlo en mi rostro.
-Perdóname. – Dijo – Aun no controlo la presión de las manos. Espero no ir destrozando el equipo de la nave…
-No te preocupes. – Dije sonriéndole – me imaginaba que el apretón sería fuerte. Ven conmigo, daremos un paseo para que pruebes las funciones básicas de movimiento.
Caminábamos por uno de los corredores principales. Era curioso ver aquel enorme aparato andar como si fuera un ser humano, pues la mayoría de droms no tienen esa morfología, sino más bien parecen cilindros flotantes llenos de utensilios. El drom administrativo era lo más parecido a una persona, exceptuando su rostro.
Verson insistió en vestirse como una persona normal, y utilizó algunas prendas mías que le estaban realmente apretadas. No tardo mucho en descubrir que las juntas pellizcaban el tejido y acababan rompiéndolo.
-Verson, no vas desnudo. Piensa que el plasticex es como un traje.
-Cierto, pero tengo la sensación de no llevar nada encima. El sistema de tacto es realmente bueno, creo que es incluso mejor que el de cualquier ser humano. Siento hasta el aire de tus pulmones cuando me hablas.
-Vaya, es increíble.
Los siguientes días transcurrieron rápidamente mientras Verson entrenaba sus funciones. En el proceso destrozo varios objetos, pero no podía reprochárselo, llevaba años sin agarrar algo sólido y real, debía ser realmente difícil para el hacerlo utilizando aquellas nuevas manos.
Una de aquellas noches tuve un sueño terrible. Soñé que Verson entraba en mi habitáculo, yo estaba tumbado en mi cama cuando vi la puerta abrirse. Caminaba pesadamente hacia mí, con las manos extendidas. Le preguntaba que hacía pero solo se limitaba a acercarse más y más hasta que sus manos cayeron sobre mí, agarrándome el cuello y apretando fuertemente. Me asfixiaba, me asfixiaba tanto que de golpe me desperté empapado de sudor, con la sensación en el cuello aun presente. Al día siguiente, vi a Verson llevar a cabo tareas de reparación de sistemas, y le evité por completo. Tenía cierto miedo en el cuerpo, y tarde varios días en volver a recuperar la confianza.
Verson jamás me haría algo así. Quizás era merecedor de que me estrangulase y que acabara con mi vida sin piedad alguna igual que yo hice con el al desglosarlo, pero estaba seguro de que Verson era mi amigo.
La nave que encontramos había sido saqueada por completo. Los cuerpos criogenizados ya no estaban allí, así que sería necesario comenzar otra búsqueda aprovechando que estábamos en aquel sector, pero era un buen momento para terminar con todo aquello.
Verson estaba sentado junto a mí en la sala de control de la nave.
-Activa el modulo en operación de retorno. En cuanto vuelva, nos vamos de aquí.
-Si, comandante. – dijo Verson
-Calcula el rumbo a la estación Derelicth.
Verson me miró repentinamente.
-Pero Anthony…si ponemos rumbo a Derelicth abandonaremos este sector en breve. ¿Qué pasa con la demanda de cuerpos?
-Que se jodan, Verson, si son viejos y están a punto de morir, que lo hagan de una vez. Se acabo esto de joder las vidas ajenas, no me queda mas espacio en las tripas para guardar remordimientos. Vámonos de una vez.
-No te entiendo, Anthony. ¿Todo este viaje para volvernos sin nada? – Verson estaba totalmente sorprendido.
-No, amigo mío, vine solo hasta aquí pero vuelvo con un compañero.
El rostro del drom era inexpresivo, pero sabía que esa clase de comentarios emocionaban a Verson. Sin duda lo estaba, pero no podía expresarlo de ningún modo. Realmente las palabras sobraban entre nosotros.
Dedicamos el viaje de vuelta a disfrutar de nuestro tiempo. Verson actualizó las unidades drom y ahora rendían mucho mejor, lo que nos dejaba prácticamente los días enteros para pasarlos juntos.
Jugábamos a sus juegos como antes lo habíamos hecho y me sentí realmente bien teniendo un compañero real. Verson había sido un gran amigo dentro de la terminal, pero a mi lado lo era mucho más.
La estación Derelicth era muy acogedora. La última vez que había estado había sido atacada por un grupo mercenario seguramente pagado por la competencia y su estado era precario. Ahora, grandes edificios se extendían sobre la plataforma que constituía la gran cúpula central. Miles de naves entraban y salían diariamente de allí, incluso un gran flota patrullaba los alrededores para proteger la base. Era un sitio seguro e ideal, así que le pedí a Verson si podíamos quedarnos allí durante un tiempo.
Nunca pensé que viviría allí el resto de mi vida. No puedo quejarme, tuve tanto como desee siempre, el dinero no se agotaba gracias a los droms, así que pude dedicarme a vivir como la mayoría hacia.
Una noche encontré a Shimalah en el centro de la cúpula, en una sala de fiestas. Era bellísima, pero sabía que quien había en su interior no era la misma persona. Cuando conocí al portador de aquel cuerpo, quede entusiasmado. Era una persona amable y generosa, nada tenia que ver con mi concepto sobre el uso de los cuerpos. Siempre había pensado que aquella joven acabaría siendo el cascaron de alguna vieja viciosa sin escrúpulos. Que equivocado estaba.
Lo estuve siempre, y en todo.
El tiempo ha pasado, no me ha perdonado, tampoco lo merezco pero no pienso utilizar aquello que me hizo sufrir tanto en mi vida. Moriré de viejo, pronto, y no ocuparé otro cuerpo para alargar esta vida. La mía ha sido una vida bella y placentera, y todo se lo debo a Verson.
Verson ahora cuida de mí, en mi vejez, se encarga de que nada me falte. Se que para él no es algo difícil, ha practicado mucho durante todos aquellos años.
Soy un registro de Tempus. Verson acabó con mi vida real asfixiándome con sus manos, nunca fue un sueño. Yo antes le robé su cuerpo, no puedo culparle.
Simplemente le estoy agradecido.
Se que ha tratado de enmascarar el hecho, pero es evidente. Es curioso que estudiase los antiguos registros y llegase a saber quien fue Shimalah. Ha calculado todo al mínimo detalle menos una sola cosa. Yo fui quien creó Tempus. Se como funciona y se que estoy dentro.
Puedo notarlo.
En mi lecho de muerte, Verson me agarra la mano. Es una imagen de Verson que él ha programado para que no suelte mi mano hasta el final.
-Verson…quiero que sepas…
-Descansa Anthony, no hagas esfuerzos.
-Quiero que sepas que siempre serás mi amigo. Te quiero Verson.
-Yo también, Anthony…yo también te quiero. – su voz ya no suena metálica, sino calida y muy humana.
Solo queda descansar para siempre...
//Fin del registro//

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